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Entrevista

Cal Cohen: “Conseguir una carga viral indetectable no lo es todo. Si solo fuera eso, sería muy fácil”

Cal Cohen es Executive Director del departamento de Medical Affairs de Gilead Sciences, pero sobre todo un reputadísimo médico e investigador sobre el VIH desde hace más de tres décadas. Se reconoce abiertamente gay. Está “felizmente” casado, vive en el sur de Florida, en Estados Unidos y este otoño ha visitado España.

ENERO 2022

Ahora que se cumplen cuarenta años de los primeros casos de sida, tanto en nuestro país como en el mundo, ¿qué recuerda de aquella época terrible?

Comencé mis estudios de Medicina en 1981. Ya entonces era consciente de los primeros casos y de las primeras investigaciones sobre el sida, conocido aún como GRID (Gay-related immune deficiency). Pocos médicos mostraban interés por aquello. Dos de mis compañeros de clase murieron el primer año de carrera por causa del sida…

Y decidió involucrarse activamente en la lucha contra el VIH y el sida…

Como estaba claro que aquella enfermedad iba a crecer en tamaño e impacto, sí, decidí dedicar mi carrera a hacer todo lo posible para mejorar las vidas de las personas con VIH. Obtuve una beca sobre
medicina del VIH, aprendí las bases para diseñar y desarrollar estudios, y me convertí en miembro del grupo local de ensayos clínicos. Una vez completada la beca, he desarrollado tres grandes áreas de trabajo. La primera, como internista a tiempo parcial especializado en las personas que viven con VIH y las que corren riesgo de infección. También he ayudado a poner en marcha una organización comunitaria sin ánimo de lucro dedicada exclusivamente a la investigación de tratamientos contra el VIH. Esa organización fue embrión de la posterior red INSIGHT. En tercer lugar, me he involucrado activamente en todo lo que tiene que ver con la educación en asuntos sobre VIH. En 2015 acepté la oferta de Gilead para dirigir el departamento de Medical Affairs. Mi trabajo continúa enfocado en los retos médicos que plantea el VIH y, en particular, en la inflamación y en los cambios de peso de las personas que viven con el virus.

“El cuarto 90 tiene que ver con cómo se sienten las personas que viven con el virus. Eso es algo que va más allá de dar unos buenos resultados en una prueba. Aquí es donde estamos en la actualidad, en entender qué es este cuarto 90 y cómo afecta al abordaje del VIH”

¿Qué logros ha posibilitado Gilead a la comunidad del VIH y a los médicos en todos estos años?

Creo que es una pregunta importante. Pero también lo sería esa otra: ¿por qué decidí unirme a Gilead o por qué Joel Gallant y otros también lo hicieron? A mediados de los ochenta y principios de los noventa del pasado siglo aparecieron los primeros antirretrovirales. Estaban bien, pero tenían mucha toxicidad y presentaban otros muchos problemas. Cuando apareció Gilead, recuerdo hablar con uno de los directivos de la compañía, que me dijo: nosotros no vamos a tener el primer antiviral, pero vamos a intentar tener el mejor antiviral. Y resultó que los antivirales de Gilead eran de verdad diferentes. Con mayores tasas de eficacia y buen perfil de seguridad. Comprobamos que algunos de los problemas que afrontábamos médicos e investigadores fueron tomados muy en serio por los químicos de Gilead, que fueron capaces de preguntarse: ¿qué necesitan los médicos?, ¿qué necesitan las personas con VIH? Porque, como médico, tienes mucha responsabilidad. Tienes que elegir el régimen correcto, la combinación correcta. Esta conexión existe en nuestro ámbito
más que en cualquier otro de la medicina: la colaboración de químicos, médicos y personas con VIH. Todos ellos fueron capaces de decir: estamos aquí para trabajar juntos y detener este virus. Gilead siempre ha sido una compañía que cree en ese trabajo en equipo.

Muchas personas y muchos médicos que se han incorporado a nuestro ámbito en los últimos años no han podido vivir los desafíos que tuvimos en el pasado. Vale la pena recordar que las terapias no siempre fueron tan variadas y seguras. Y que hubo antes personas y equipos que trabajaron duro para que esto se lograra. Por eso, es importante recordárselo, a ellos y a todos nosotros.

Sí, claro. Recordar ese sentimiento de trabajo en equipo que fue posible porque la gente dijo: esto es lo que pienso, y porque las empresas dijeron a esos médicos: dime lo que piensas, esto es lo que estamos haciendo, ¿te sirve? Podemos hablar. Hubo una conciencia real de alianza, de trabajar en equipo, que fue muy importante.

“La inflamación en un paciente permite predecir el futuro. No todas las personas reaccionan igual ni desarrollan las mismas cosas. Tenemos que entender de dónde viene la inflamación y qué hacer con ella”

No solo es el pasado sino también sentar las bases del futuro, lo que ha de venir. De todo ello nos beneficiamos hoy. Gilead ha conseguido grandes logros entonces y ahora, no ha dejado de innovar, ¿Es éste el espíritu de la compañía?

Sí, eso es. Manejamos un triángulo esencial en cuyos vértices están el tratamiento, la prevención y la curación. Gilead quiere trabajar los tres al mismo nivel de importancia. El tratamiento, naturalmente, es básico: temenos decenas de millones de personas que necesitan el mejor tratamiento. Pero también sabemos que el mejor tratamiento es la prevención. Lo que pasa es que a veces necesitamos sumar las dos cosas. Como sabe, Gilead ha dedicado un gran esfuerzo en hacer entender que el mundo sería muy diferente si hubiera una vacuna que ayudara a prevenir el VIH. Pero no la hay. Así que tenemos otras maneras de abordar la prevención. Educación sobre comportamientos y sexo seguro, y también prevención biomédica. Finalmente, la curación. Dentro de nuestros recursos, alguno de los esfuerzos más grandes se está dedicando al reto de la curación. Tenemos a algunas personas que han probado que es posible y que están dedicando todo su tiempo a este asunto. La pregunta es cómo lo vamos a hacer.

Hacer posible las cosas no es un milagro. Es el resultado de muchos años y mucha gente trabajando con los mismos objetivos. Ha mencionado que en el pasado el objetivo principal era que las terapias fueran eficaces para hacer la carga viral indetectable. ¿Cuáles son hoy las necesidades no cubiertas de las personas que viven con VIH? Porque es evidente que conseguir una carga viral indetectable no lo es ya todo…

No, no lo es. Si solo fuera eso, sería muy fácil. Comenzamos por ahí, claro, porque si no controlas el virus todos sabemos lo que pasa. Desgraciadamente, hay aún lu- gares en el mundo que nos lo recuerdan. Pasamos los primeros diez o veinte años de la pandemia enfocados en eso: cómo controlar el virus. Una vez que eso se consiguió, lo celebramos. Y dijimos, ¡wow!, puede esar este tratamiento. O este otro, o el de más allá. ¿No es fantástico?, pensamos. Pero, claro, en seguida, vimos que había que dar un paso más. Nos dimos cuenta de que al principio habíamos cometido muchos errores y generado muchos virus resistentes. Tanto los médicos como las compañías farmacéuticas nos preguntamos cómo podíamos controlar esos nuevos virus resistentes. Y lo conseguimos de nuevo. Y lo volvimos a celebrar. Podíamos controlar incluso esos nuevos virus resistentes. Nos tomamos un respiro. Hasta que, de nuevo, pensamos: ¿es esto todo? Porque no todo era la toxicidad de los medicamentos. Seguía habiendo cosas que no funcionaban bien, las tasas de la enfermedad crecían… Un médico que vive y trabaja en España, Jeffrey Lazarus, tuvo una intuición brillante: veníamos hablando de los tres 90, los tres objetivos de la ONU, sí, pero… ¿y un cuarto 90? Un cuarto 90 que tenía que ver con cómo se sienten las personas que viven con VIH, algo que va más allá de dar unos resultados buenos en una prueba. Y aquí es donde estamos en la actualidad,
en entender qué es este cuarto 90 y cómo afecta al abordaje del VIH.

“Siempre hay margen de mejora. Nuestra actividad va precisamente de esto: de huir de la complacencia, de no contentarnos con algo que es bueno, de no parar. Preguntarnos siempre cómo podemos hacer los tratamientos mejor, más seguros, más fáciles de tomar. El compromiso con esa evolución, eso es lo que nos caracteriza”

Se ha referido a la prevención. Están los niños, las mujeres que desean quedarse embarazadas… Todas estas personas cuentan. Se han conseguido muchas cosas también aquí, pero hay todavía margen de mejora. ¿No es así?

Siempre hay margen de mejora. Recuerdo cuando dijimos que los antirretrovirales iban a cambiarlo todo. Cuando los propios antirretrovirales iban mejorando y pasábamos de usar uno a otro. Yo daba charlas en las que me refería a estas mejoras constantes. Recuerdo también a médicos que sentían culpa por haber estado recetando un antiretroviral antiguo, y que yo le decía: no, no os tenéis que sentir culpables sino contentos porque lo que siempre buscáis es que los laboratorios lo hagan cada vez mejor. Nuestra actividad va precisamente de esto: huir de la complacencia, no contentarnos con algo que es bueno, no parar. Preguntarnos siempre cómo podemos hacer los tratamientos mejor, más seguros, más fáciles de tomar. El compromiso con esa evolución, eso es lo que nos caracteriza.

Es una manera inteligente de abordar no solo los cuidados clínicos sino la vida en general. En este sentido, ¿cómo se puede mejorar el actual escenario de cuidados clínicos? ¿Qué pasos podemos dar en los próximos cinco o diez años?

Esta es una pregunta crucial. Parte de una premisa: el mundo es muy grande. Hay tantas lagunas como lugares y lagunas hay en el mundo. Fíjese en estos dos últimos años en los que ni siquiera era
recomendable estar con alguien en una misma habitación, o al menos no nos sentíamos del todo cómodos al compartir un espacio cerrado. Ahora, nos damos cuenta de que a veces es más conveniente hablar por teléfono que reunirnos de manera presencial. Por muchos motivos. Porque, por ejemplo, puede ser difícil acudir a una consulta. Y aunque hacerlo es muy importante, también es cierto que con frecuencia el asunto se puede resolver
con una conversación telefónica. Lo que hemos vivido nos ayuda a revisar algunos roles y rutinas en lo que se refiere a la medicina: cuándo acudir a consulta y cuándo no.

“Lo que hemos vivido con la Covid-19 nos ayuda a revisar algunos roles y rutinas en lo que se refiere a la medicina: cuándo acudir a consulta y cuándo no”

La epidemia por COVID-19 ha sido dolorosa, pero también ha facilitado algunas cosas que llegan para quedarse. La telemedicina, por ejemplo. La telemedicina ofrece grandes ventajas clínicas.

Claro. Pero también las teleconferencias. El congreso de la International AIDS Society que se ha celebrado en 2021 tanto presencial como virtualmente. Si por cualquier motivo, no puedes acudir a un congreso, puedes informarte del mismo a través de una newsletter o por streaming. La tecnología nos permite en realidad estar sin estar. Es estupendo tener el privilegio de escuchar una conferencia sin estar en el lugar.

Perfil

  • Cal Cohen es Director Ejecutivo del Departamento de Medical Affairs de Gilead Sciences. Se incorporó a la compañía en febrero de 2015.
  • Cohen se graduó en el Albert Einstein College of Medicine de Nueva York, obtuvo su grado de máster en Ciencias en la Harvard School of Public Health y completó su residencia en el Beth Israel Hospital de Boston. Entre 1988 y 1990, completó una beca sobre medicina del VIH en este mismo centro.
  • Desde 1985 se ha especializado en la investigación sobre antirretrovirales contra el VIH.
  • Antes de unirse a Gilead, fue Director de Investigación de Harvard Vanguard Medical Associates y de la Community Research Initiative (CRI) de New England, una organización sin ánimo de lucro que ha sido sede de la red de ensayos de la NIH con fondos comunitarios.
  • Cohen trabajó durante treinta años como médico interno y consultor de VIH dentro del sistema sanitario de Harvard y fue instructor clínico de Medicina Pública en la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard.
  • Ha sido investigador principal del New England AIDS Education and Training Center y, desde 1990, coautor de numerosos proyectos y ensayos sobre estrategias y tratamientos del VIH.

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