El segundo webinar del ciclo ‘VIH ES 2.0: Ir más allá de la indefectibilidad’ se celebro el 17 de diciembre de 2020 con el título ‘Enfermedades concomitantes del VIH’. Participaron María José Galindo, como coordinadora, Eugenia Negredo, especialista del Hospital Germá Trias i Pujol de Badalona, y Juanse Hernández, del Grupo de Trabajo sobre Tratamientos del VIH (gTt-VIH).
En los últimos años, dijo Galindo, los tratamientos antirretrovirales han mejorado de forma evidente. “Hoy, disponemos de fármacos seguros y eficaces, gracias los cuales la supervivencia de las personas que viven con VIH se acerca cada vez más a la de las que no son portadoras del virus”, destacó. Más de la mitad de las personas que acuden a consulta por temas relacionados con el VIH es mayor de 50 años. En esto abundó María José Galindo: “El aumento de la supervivencia se ha acompañado de un incremento del número de comorbilidades no relacionadas directamente con el VIH. De hecho se habla de un envejecimiento acelerado. Las personas con VIH tienen un perfil de comorbilidades similar al de las personas sin VIH diez años mayores”.
Entre las comorbilidades más comunes, destacan en la actualidad los problemas cardiovasculares, la osteoporosis, el deterioro neurocognitivo y las afectaciones renal y hepática. Para manejar estas comorbolidades adecuadamente, la doctora Negredo incidió en la importancia de iniciar el tratamiento lo antes posible y mantenerlo sin interrupciones. “Es indispensable para reducir la inflamación sistémica que interviene en el desarrollo de algunas comorbilidades”, dijo. No sólo eso. Añadió también: “Debemos tratar de forma correcta los factores de riesgo cardiovascular y aconsejar una dieta saludable y la práctica regular de ejercicio. El uso de antirretrovirales menos tóxicos también ayuda a disminuir la prevalencia de algunas de las comorbilidades”.
Por su parte, Juanse Hernández recordó que, además de las comorbilidades, “las personas con el VIH padecen otros problemas y trastornos de la salud que deterioran su bienestar y calidad de vida”. Aconsejó por ello “incorporar el enfoque holístico en la atención clínica del VIH, que implica prestar atención a aspectos relevantes de las áreas física, mental y social de la salud de los pacientes”.