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Chemsex, la punta del iceberg

Con la pandemia han aumentado significativamente la práctica del chemsex y las infecciones por VIH. Sobre todo, entre los grupos más vulnerables, aunque no sólo. Los clichés y el estigma ‘intoxican’ casi siempre el abordaje de este fenómeno. Esto no va de VIH o COVID-19, dice Jorge Garrido, de Apoyo Positivo, sino de construir un nuevo modelo de salud centrado en la persona.

JULIO 2021

«El VIH no ha sido nunca una prioridad. No solo ahora, por la COVID-19, sino desde siempre”, denuncia Jorge Garrido, director ejecutivo de Apoyo Positivo. Desde 1993, Apoyo Positivo insiste en ir más allá del asistencialismo y de la sobreprotección en la lucha contra el VIH, las hepatitis víricas y todo tipo de ITS. Pero, sobre todo, en abrir nuestra mirada al complejo mundo de la sexualidad.

En este punto, Garrido se muestra especialmente sensible. No admite clichés ni simplificaciones. “Seguimos sin hablar abiertamente. El VIH, la salud y la educación sexual son aún un tabú, y esto se traslada a las propias comunidades que están más afectadas por el virus o son más vulnerables por su diversidad. Criminalizamos la sexualidad en sí. El estigma, internalizado, condiciona que surjan espacios no seguros donde se puedan dar prácticas de riesgo”, añade.

Sin nombrarlo expresamente, ya está sobre la mesa el chemsex. Explica Garrido: “En realidad, el chemsex no es algo nuevo sino una reformulación del viejo sexo, drogas y rock&roll. Lo novedoso son las circunstancias, las sustancias involucradas, quiénes lo practican, los condicionantes que llevan a esas prácticas y, sobre todo, las consecuencias cuando se convierten en un consumo problemático”. Apoyo Positivo lleva más de seis años desarrollando uno de los programa europeos más ambiciosos sobre chemsex. Este programa recibió en 2017 el Premio a la Innovación Clínica de la Sociedad Española de Psiquiatría y un accésit en los Premios Afectivo-Efectivos de 2019, y cuenta con el aval de la Sociedad Española de Patología Dual (SEPD). De su mano, se han tratado (hasta diciembre de 2020) 300 casos que han permitido a los profesionales de la asociación avanzar en la percepción del fenómeno. “Porque el chemsex es más que un problema de consumo o de adicción al sexo. Es la punta del iceberg de algo mucho más profundo”, asegura Garrido.

“Constatamos un aumento muy significativo de nuevos diagnósticos de VIH en perfiles chemsex. La proliferación de fiestas privadas, el uso de drogas para el sexo… son aún más relevantes en un momento como el actual. Todo esto puede dejar a medio camino algo tan trascendental en la respuesta al VIH como es el abordaje del estigma”
“Necesitamos hacer más robusto, inclusivo, participativo y universal nuestro sistema de salud. Y, en eso, el mundo comunitario tiene mucho que decir. Somos una pieza clave a pesar de la estigmatización de nuestro trabajo”

Jorge Garrido

director ejecutivo de Apoyo Positivo

Y en esto, llegó la pandemia. Llegó y lo puso todo “patas arriba”. Detalla Garrido que los centros de salud sexual han combatido la COVID-19 con pocos recursos, que muchos de ellos están colapsados y que, incluso, algunos han cerrado. Que muchos especialistas en VIH han estado también haciendo frente a la COVID-19. Que los casos de infección que ellos derivan a la atención primaria terminan en las urgencias hospitalarias. Que los recursos comunitarios notan ya un impacto que será aún mayor este año… Y que una de las alternativas novedosas, la PrEP, que entró en vigor en España en 2019, está prácticamente bloqueada. “Las estructuras de respuesta al VIH, que de por sí eran ya débiles, pueden terminar de desestructurarse o, incluso, desaparecer a nivel de recursos de salud pública y, tristemente, también a nivel comunitario. La salud sexual no debería descuidarse por una pandemia como ésta, y sin embargo los esfuerzos preventivos están siendo los más mellados”, subraya.

Al principio de la pandemia, durante el estado de alarma, Apoyo Positivo constató un descenso del chemsex, algo que ellos relacionan a la dificultad para conseguir sustancias o acceder a espacios donde estas prácticas tenían lugar habitualmente. Muchos usuarios hicieron entonces “un break”; otros, en cambio, encontraron en el chemsex una válvula de escape. Después, al iniciarse la desescalada, a partir mayo del año pasado, y durante las primeras semanas del verano, la curva de nuevos casos se disparó. Garrido lo ve así: “Más allá del consumo y de la práctica sexual, se entiende que muchas de estas personas tienen problemáticas graves, patologías duales, emocionales, y no pueden evitarlo. Más aún, en los meses de confinamiento, cuando el ocio se vio completamente alterado. La proliferación de fiestas privadas, el uso de drogas para el sexo… son aún más relevantes en un momento como el actual. Todo esto puede dejar a medio camino algo tan trascendental en la respuesta al VIH como es el abordaje del estigma. Y, sin ese abordaje, no conseguiremos acabar ni con el VIH ni con pandemias como la de la COVID-19. Es un momento complejo para la contención del fenómeno”.

Los datos de ‘testing’ de Apoyo Positivo revelan que en 2020 los casos reactivos en VIH y hepatitis C duplicaron los números de años anteriores. También se detectan más ITS. “Hemos reflejado un aumento muy significativo de la demanda de nuestros servicios y también un aumento de los nuevos diagnósticos de VIH en perfiles chemsex: sobre todo, hombres gais, bisexuales y hombres que tienen sexo con otros hombres, aunque también empieza a ser frecuente entre otros perfiles como mujeres trans o heterosexuales.

Hay muchas lecturas de este fenómeno. La educación sexual, los nuevos modelos de masculinidades, un abordaje integral del estigma dentro y fuera de los colectivos afectados, la promoción de la diversidad y de los diferentes modos de ser, amar y relacionarse sin estigmas ni discriminación… Estos deberían ser los primeros pasos. Y luego, una adaptación del sistema para hacerlo accesible y amigable. Porque una pandemia no para las prácticas sexuales. No es descabellado pensar que puedan darse no solo más infecciones sino más casos problemáticos debido a la COVID-19”, aventura. Jorge Garrido.

dato

300

Al final de 2020, Apoyo Positivo había tratado más de 300 casos de chemsex problemático en los cinco años desde el inicio de un programa específico que ha recibido ya varios premios y reconocimientos.

El problema está servido. El programa de Apoyo Positivo cada vez recibe más demandas problemáticas. Crecen las consultas en la parte de reducción de riesgos… Y, debido a la COVID-19, los recursos comunitarios especializados no tienen ahora la posibilidad de brindar servicios presenciales, excepto en urgencias, por lo que se han tenido adaptar al mundo online. A juicio de Jorge Garrido, tanto los objetivos de ONUSIDA para 2020 como la iniciativa Fast Track Cities ya eran demasiado “ambiciosos” antes de estallar la pandemia. No es que la meta no fuera alcanzable, “es que son muy pocos los países que han mostrado un compromiso real con el VIH más allá de la firma del documento y algunas acciones. Tenemos las herramientas para acabar con el VIH; si no lo hacemos es porque no hay acuerdo. No se trata de invertir más sino de optimizar y coordinar mejor los recursos existentes”.

El estigma hace llegar tarde métodos preventivos clave, impide que se inviertan los recursos necesarios y complica el acceso universal al tratamiento. Todos los expertos clinicos y comunitarios coinciden en señalar un déficit en educación sexual y afectiva que hace que el abordaje del VIH no se haga de forma integral, estructural y multidisciplinar desde la administración. Lo que se traduce habitualmente en una respuesta tardía. La esperanza está en que la pandemia por COVID-19 contribuya a cambiar las prioridades de salud pública. “Necesitamos integrar la respuesta al VIH y a otras infecciones víricas y bacterianas en un nuevo modelo de salud pública y comunitaria que se construya desde la persona”, explica Jorge Garrido.

En este punto es en el que Garrido prefiere detenerse: “¿Por qué nos planteamos el funcionamiento del sistema sobre una u otra patología? ¿Por qué no nos planteamos si los recursos y el modelo de salud y de participación de todos los agentes se ajustan a las necesidades de nuestra sociedad y a la circunstancias actuales? Esto va más allá del VIH y de la COVID-19. Va de un sistema de salud desprotegido y desnudo que tenemos que proteger por encima de las patologías. Va de cuidados para el sistema de cuidados”.

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