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La adherencia no es sólo tomarse una pastilla

Los tratamientos, bien seguidos, garantizan la supervivencia de los pacientes con VIH, pero el porcentaje de una elevada adherencia (por encima del 90%) al tratamiento apenas llega al 55% en España.

FEBRERO 2023

Los fármacos son imprescindibles, pero no suficientes. Para alcanzar el éxito terapéutico, se necesita que vayan de la mano la conducta de la persona que vive con VIH y las recomendaciones del profesional sanitario en relación con la toma de medicación, el seguimiento de su dieta o la modificación sus de hábitos de vida. Y, sin embargo, en España, el porcentaje de una elevada adherencia apenas llega al 55%.

El tratamiento antirretroviral tipo contra el VIH consiste hoy, mayoritariamente, en una pastilla al día. Su eficacia supera el 90% y sus efectos adversos se han reducido de manera exponencial. Pero los fármacos, aun siendo imprescindibles, no son suficientes por sí solos. Para alcanzar el éxito terapéutico, se necesita lograr una buena adherencia al tratamiento.

En 2003, la Organización Mundial de la Salud (OMS) definió el término adherencia como “el grado en el que la conducta de un paciente, en relación con la toma de medicación, el seguimiento de una dieta o la modificación de hábitos de vida se corresponde con las recomendaciones acordadas con el profesional sanitario”. Más recientemente, ha añadido: “La adherencia médica es un problema del que hay que tomar conciencia pues los perjuicios socioeconómicos derivados de una mala adherencia son incalculables”.

Como muestra de la importancia de una buena adherencia a los tratamientos contra el VIH, este botón: en un reciente estudio realizado en colaboración con socios internacionales en Suráfrica y publicado en The Lancet VIH, investigadores del Brigham and Women’s Hospital (Estados Unidos) han puesto de manifiesto que las personas que reciben la medicación antirretroviral de manera sostenida viven considerablemente más tiempo y con mayor calidad de vida que las que no tienen el VIH suprimido.

Entonces, ¿por qué si la buena adherencia al tratamiento produce una mejor calidad de vida, el porcentaje de adherencia de las personas con VIH que tienen acceso al tratamiento es solo del 55% en España o del 60% a nivel mundial? En los años más complicados del VIH, tomarse la medicación era cuestión de vida o muerte, pero la toxicidad y la complejidad de los tratamientos hacían que las tasas de abandono fueran elevadas. Por eso, a los profesionales que vivieron aquellos años les resulta sorprendente que los pacientes muestren hoy reticencias a tomarse una pastilla al día.

Hay muchos obstáculos. “Van desde la tolerabilidad (algunas personas que sufren efectos adversos) a cuestiones relacionadas con el estilo de vida, el tipo y los horarios de trabajo, problemas sociales que pueden dificultar la recogida de la medicación, el estigma que todavía muchas personas con VIH sufren o temen sufrir, o problemas de salud mental, entre otros”, asegura Arkaitz Imaz, de la Unidad de VIH e ITS del Hospital Universitari de Bellvitge. No se trata, por tanto, de tomar una pastilla. Para el doctor Imaz, “el papel de los médicos y personal de enfermería que atienden personas con VIH es fundamental para concienciar sobre la importancia de una adherencia óptima”.

“La robustez de los tratamientos es fundamental para evitar o minimizar las consecuencias que pueden tener las pérdidas de dosis”

Arkaitz Imaz

Unidad de VIH e ITS del Hospital Universitari de Bellvitge


Los vínculos y la robustez

La relación médico-paciente es un elemento fundamental en el proceso asistencial del paciente, pero, sobre todo, en la adherencia al tratamiento. “La relación de confianza con el médico es clave. El problema de la adherencia hay que abordarlo por un lado con sinceridad, ya que el reconocimiento de fallos de adherencia es el primer paso para poder plantear soluciones. Por otro lado, son importantes la comprensión y la empatía por parte del médico para poder explorar y entender los obstáculos a la adherencia y poder solucionarlos”, explica Imaz.

En este mismo sentido, el papel de las asociaciones y comunidades para conseguir la adherencia es fundamental. Porque el perfil de las personas que tienen VIH es muy variado y resulta imprescindible conocer las peculiaridades de cada uno. Sobre este asunto, Alejandro Bertó, gerente de Adhara Sevilla, explica: “No es lo mismo hablar de un hombre gay que tiene su trabajo, su casa y su trabajo, que de un hombre gay pero que es trabajador del sexo y además migrante no regularizado: las posibilidades de que la adherencia al tratamiento falle, en este caso, son muchas”.

“Cuando tú a una persona con VIH le das todas las herramientas (…), siempre es mucho más sencillo identificar qué aspectos hay que reforzar para que sea adherente al tratamiento”

Alejandro Bertó

Gerente de Adhara Sevilla

Para Bertó, se ha producido un cambio de modelo de atención sanitaria al VIH que implica la atención integral de la persona. “El sistema a veces no da de sí, y asociaciones como la nuestra, a través del programa de educadores pares, por ejemplo, suplen sus carencias. Cuando tú a una persona con VIH le das todas las herramientas en materia de salud emocional y física, y de entorno social y laboral, y lo abordas todo con ella, siempre es más sencillo identificar qué aspectos hay que reforzar para que sea adherente al tratamiento. Hoy, hay mucha transversalidad a la hora de fomentar una buena adherencia”. A todo esto, se suma que en las enfermedades crónicas se producen fatiga, hastío. “Se trata de una pastilla que te tienes que tomar todos los días para toda tu vida, cuando, además, no te estás sintiendo enfermo. Cuando te duele la cabeza, te tomas una pastilla porque ves los resultados inmediatos, pero con el VIH no te pasa nada… La gente que no tiene bien trabajado el tema de la adherencia es muy sencillo que caiga en esta trampa”, explica Bertó.

Y como es una pastilla que debe tomarse de por vida, otra de las claves es la robustez del tratamiento antirretroviral. Un fármaco robusto es aquel que es eficaz y que pone barreras al virus para evitar que se haga resistente. “Una adherencia inadecuada conlleva el riesgo de fracaso virológico y de resistencia a los fármacos. La robustez de los tratamientos es fundamental para evitar o minimizar las consecuencias que pueden tener las pérdidas de dosis”, asegura Arkaitz Imaz. En una medicación como la del VIH, cualquiera puede tener un despiste, o un mal día, y eso no debe provocar un punto de no retorno, como una mutación del virus que lo haga resistente al tratamiento. Afortunadamente, los tratamientos actuales son en su mayoría robustos y las personas con VIH no tienen esa espada de Damocles sobre la cabeza.

¿Qué hay que tener en cuenta para la adherencia?

  • Interacción médico-paciente. Se refiere a la calidad del vínculo. Cuando es positivo, la adherencia suele ser mayor. El factor esencial es la comunicación. Cuanto más claras y motivadas sean las instrucciones, mucho mejor.
  • El régimen terapéutico. Los elementos que más influyen son la complejidad de la dosificación y los efectos secundariosdel tratamiento. Los regímenes monodosis son, obviamente, los de más fácil adhesión. Por el contrario, a mayores efectos secundarios, más dificultad.
  • Características de la enfermedad. Cuando el tratamiento alivia rápidamente los síntomas perturbadores, se da mayor adherencia terapéutica. Los pacientes asintomáticos son los de adherencia más pobre.
  • Factores psicosociales. Las creencias, las actitudes, el estilo de vida y los valores son factores que facilitan o que obstaculizan la adherencia. Tiene particular importancia la percepción de eficacia del tratamiento y del médico.
  • El entorno. Si el paciente recibe apoyo de su entorno, le será más fácil seguir las indicaciones médicas. Aspectos como la religión y la actitud de la familia hacia la salud a veces influyen notablemente.

 

Referencias y Bibliografía

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