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¿Por qué atrae el ‘slamming’ en las sesiones de chemsex?

El chemsex es el uso intencionado de drogas para tener relaciones sexuales durante un largo periodo de tiempo. Esta práctica se da, principalmente, entre algunos hombres homosexuales, bisexuales y otros hombres que practican sexo con hombres (HSH), y se puede realizar con muchos tipos de drogas antes o durante la actividad sexual.

MARZO 2023

Algunas de las drogas usadas para facilitar, prolongar o mejorar la experiencia sexual son la anfetamina, la metanfetamina, el speed, el MDMA, la ketamina (keta), la cocaína o la mefedrona (mefe), entre otras. Cuando el consumo de estas drogas se realiza de manera inyectada, la práctica se conoce como slam o slamming. Pero ¿qué es lo que lleva a la práctica del slaming en las sesiones de chemsex?

El slamming puede provocar un subidón intenso, ser una experiencia placentera y sexualmente estimulante, desinhibir la conducta sexual y generar vínculos con las personas con las que se practica. Permite, además, mantener sesiones de sexo más largas e incrementar la confianza en uno mismo.

Al menos, estas son las razones esgrimidas y los beneficios percibidos por los hombres homosexuales y bisexuales que recoge una tesis que se ha realizado en la Universidad de Utrecht, en los Países Bajos, titulada ‘Meth, Sex, Health and Pleasure‘.

Sin embargo, se trata de una práctica que presenta riesgos sobre los que el personal sanitario no deja de hacer hincapié. La desinhibición, por ejemplo, puede llevar a perder el control sobre los riesgos. Este hecho se refleja en un dato: casi la totalidad de estas prácticas se lleva a cabo sin preservativo (lo confiesan los propios usuarios), lo que desencadena en muchas ocasiones la aparición de infecciones de transmisión sexual como sífilis, gonorrea, clamidia, hepatitis y VIH.

Jesús Troya, médico especialista del Hospital Infanta Leonor, de Madrid, asegura que el chemsex continuado genera una dependencia peligrosa: «En muchas ocasiones, los pacientes pierden su trabajo, tienen problemas familiares, acaban en la calle o totalmente desestructurados, e, incluso, en algunas ocasiones intentan suicidarse».

Aunque los hombres que practican chemsex utilizan técnicas de reducción de daños en mayor o menor medida, el autor del estudio, Thijs Albers, destaca «la necesidad de una mayor adopción de técnicas de reducción de daños en la población de HSH que practica chemsex, enfocándose en mitigar el daño y prevenir el riesgo de problemas».

Albers concluye: «Las estrategias y los programas que apuntan a reducir el daño asociado con el uso de sustancias deben basarse en las experiencias de los usuarios si quieren abordar sus necesidades. Por tanto, comprender la experiencia vivida del placer, las drogas y el sexo es un componente central para desarrollar programas efectivos de reducción de daños para el chemsex».

Razones psicosociales para practicar slamming

En el estudio, han participado 25 hombres de entre 22 y 75 años (promedio de 46) que tienen sexo con hombres y que previamente ya habían practicado chemsex. Todos ellos fueron entrevistados para que compartieran sus experiencias sobre la dinámica personal y social en torno al slamming. La mayor parte de las entrevistas se realizó de manera virtual en 2020 debido a la pandemia por covid.

La investigación tenía como objetivo identificar las razones psicosociales de los hombres para practicar slamming. Así, las entrevistas cubrieron varios temas, incluidas las ventajas y desventajas del uso sexualizado de metanfetamina cristalina, los entornos donde se lleva a cabo el slamming y se encuentran parejas, y la salud sexual, física y mental. Los hallazgos del estudio se analizaron en dos categorías: factores individuales y sociales que motivan el slamming.

Factores individuales

Muchos participantes han descrito la emoción y el placer que se producen después de la inyección y la inhibición de los límites que permite la exploración sexual como principales motivaciones individuales para la práctica slamming.

«En las fiestas sexuales me volví cada vez más curioso por el intenso efecto de la emoción que veía desarrollarse en los demás. Si preguntaba por el valor agregado, la gente siempre respondía: ‘No hay palabras para describir la prisa’. Tenían razón. Después de un slam, todos los límites se disipan. El efecto es intenso y eufórico», dice uno de los encuestados, de 29 años.

“En las fiestas sexuales me volví cada vez más curioso por el intenso efecto de la emoción que veía desarrollarse en los demás. Si preguntaba por el valor agregado, la gente siempre respondía: ‘No hay palabras para describir la prisa’. Tenían razón. Después de un slam, todos los límites se disipan. El efecto es intenso y eufórico”

Hombre

29 años

Los participantes usan palabras como ‘intenso’, ‘caliente’, ‘abrumador’ y ‘perfección’ para describir los sentimientos posteriores al uso de drogas inyectadas. Además, algunos mencionan la naturaleza erótica de la preparación de los materiales, la inyección y ver a otros anticipar y experimentar el subidón.

Otro motivo mencionado por muchos participantes es sentirse menos inhibido sexualmente, lo que puede facilitar diferentes prácticas sexuales. «Durante un tiempo, me excitó el golpe inicial. Te acerca mucho a otros hombres, lo encontré cachondo. El otro lado es que compartir jeringuillas está realmente mal. Comportamiento de drogadicto. Y eso también me pareció cachondo. Es extraño cómo piensas en algo así, pero lo hice unas cuantas veces», declara un usuario de 62 años.

Otros aseguran que el slamming puede tener un efecto habilitador físico, haciendo que ciertas prácticas sexuales como el fisting (la introducción del puño en la vagina o el recto de otra persona) sean más fáciles, menos dolorosas y más placenteras. «El golpe surtió efecto muy bien. Chetes inyectados como locos y, después de eso, puse a ambos hombres al mismo tiempo. El fisting se vuelve mucho más fácil bajo la influencia de un chute. Continuamos hasta la mañana siguiente. […] me dejo llevar por completo. Actuamos como animales», dice un hombre de 73 años.

Albers señala que, con la disolución de los límites sexuales individuales, «también surgen problemas relacionados con el consentimiento». «A menudo, los encuestados notan que el consentimiento es difícil de medir cuando se está bajo la influencia de las drogas y algunos informan haber experimentado actos sexuales en los que no dieron su consentimiento. Esto casi nunca se discute en términos de agravio sino que se ve como algo que casi viene implícito», subraya.

Factores sociales

Algunos participantes destacan, por su parte, el papel de los espacios online. Según ellos, Internet permite encontrar a otros con intereses similares. Las palabras clave utilizadas (Party and Play, PnP, Tina, T, High and Horny, HnH) y los emojis (caramelos, nubes y cubitos de hielo) les ayudan a encontrar compañeros de chemsex y slamming de forma rápida y sencilla.

Las conexiones y redes construidas sobre los intereses comunes en el uso de drogas sexualizadas o slamming, en particular, no son solo sexuales. «Una sesión de slam también es una actividad social y crea conexión. De esta manera, pueden surgir conversaciones profundas, se habla de la felicidad del otro y, a veces, del dolor de la vida. De esta manera, construyes una amistad», asegura otro de los participantes del estudio, de 56 años.

“Una sesión de slam también es una actividad social y crea conexión. De esta manera, pueden surgir conversaciones profundas, se habla de la felicidad del otro y, a veces, del dolor de la vida. De esta manera, construyes una amistad”

Hombre

56 años

Estas conexiones pueden evolucionar con el tiempo y convertirse en el círculo social y en la red de apoyo de uno y, a veces, en relaciones románticas, como comenta un hombre de 25 años: «A través de una aplicación de citas, tuve contacto con un chico que vive a la vuelta de la esquina. Nos reunimos y tuvimos sexo durante todo el fin de semana. Cuando me echaron de mi habitación, la semana siguiente, me mudé con él. Nos convertimos en compañeros de cuarto y amigos de sexo, yendo juntos a fiestas sexuales».

Esto, a cambio, puede hacer que sea más difícil tomar un descanso o dejar de practicar slamming, confirman varios usuarios, ya que requiere cambiar el círculo social y, posiblemente, las redes de apoyo; «Desde que dejé de usar, todavía estoy en contacto con amigos de mi red de usuarios. Eso presenta un problema. La construcción de un nuevo círculo de amigos. Cuando escuché a alguien decir en una reunión que él también hacía chemsex, inmediatamente pensé: sí, intercambiemos números, entonces tal vez podamos ayudarnos, o fue mi adicción pensando: ahí tienes uno», reconoce un hombre de 30 años.

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