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El reto emocional

Desde la aparición del VIH se han producido grandes avances terapéuticos, con fármacos antirretrovirales cada vez más eficaces, un mayor conocimiento de la infección y un mejor manejo de las complicaciones relacionadas con la misma, lo que ha llevado a una mejora de la calidad de vida de las personas que viven con el virus.

Pero una cosa es la parte médica de la infección y otra la parte emocional. El impacto del diagnóstico depende de varios factores. No todas las personas reaccionamos igual. Sea cual sea ese impacto, la persona pasa por un proceso de asimilación y aceptación.

Muchas veces, la persona interioriza creencias, emociones y actitudes negativas que socialmente existen con respecto a quienes tienen VIH.

Este proceso es lo que conocemos como internalización del estigma o autoestigma.

El estigma interno influye en la manera en que una persona se percibe a sí misma y en la forma en que cree ser valorada por los demás.

Todo esto tiene un impacto a nivel social y psicológico que lleva a una persona a sentir que no es suficientemente buena para los demás;  incluso, llega a plantearse que nunca encontrará a alguien que le quiera, llegando a renunciar a un proyecto de pareja o a aislarse de su entorno.

Surgen inquietudes… ¿Y si se enteran? ¿Seré etiquetada/o como promiscua/o? ¿Quién me querrá? Tengo algo malo que me va a acompañar roda la vida. La culpa es mía por no haberme cuidado. ¿Cómo voy a tener ahora relaciones sexuales? …

Referencias y Bibliografía

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