Llevar una vida saludable siendo una persona con VIH implica varios aspectos importantes que ayudan a mantener el bienestar y la calidad de vida. Aquí algunos consejos básicos:
Una nutrición adecuada es fundamental para fortalecer el sistema inmune. Más aún si vives con VIH. Una dieta saludable tiene efectos positivos en tu corazón, en tus huesos, en tu riñón, en tu hígado y hasta en tu salud mental. Con unos pequeños cambios en tu dieta, puedes conseguir grandes avances y disfrutar de una buena calidad de vida.
Para asegurar los nutrientes que tu cuerpo necesita, tu dieta debe incluir:
Una dieta equilibrada proporciona al organismo las vitaminas y los minerales que necesita. Si estás pensando en sumar otros suplementos, consulta con tu médico para evitar que interactúen con el tratamiento antirretroviral.
Hacer ejercicio tiene muchos beneficios físicos y psíquicos. La actividad física no puede luchar o controlar el VIH, pero sí te va a hacer sentirte mejor y tener una calidad de vida más alta.
El ejercicio aeróbico es esencial para mejorar tu salud cardiovascular. Así pues, camina, corre, nada o andar en bici. El entrenamiento de fuerza contribuye, por su parte, a mejorar tu masa muscular y la fortaleza de tus huesos. Los dos son muy importantes si tienes VIH. No olvides que el virus tiende a debilitar tanto tus músculos como tus huesos.
El ejercicio moderado y regular mejora la calidad del sueño, libera endorfinas que ayudan a combatir la ansiedad o la depresión, estimula el cerebro y potencia la memoria, reduce el riesgo de enfermedad cardíaca, favorece la flexibilidad y la fuerza, y permite controlar tu peso.
Lo ideal es que todos los días puedas realizar algún tipo de actividad física. Te proponemos tres opciones:
• 150 minutos (dos horas y media) semanales de actividad aeróbica moderada. Por ejemplo, camina rápido o usa la bicicleta. Puedes repartir ese tiempo en 30 minutos cinco días de siete. Y dos días por semana haz ejercicios de fuerza: pierna, cadera, espalda, abdomen, pecho, hombros y brazos.
• 75 minutos de actividad aeróbica intensa: corre o juega un partido de tenis a la semana. Y dos días por semana haz ejercicios de fuerza: pierna, cadera, espalda, abdomen, pecho, hombros y brazos.
• Mezcla actividades moderadas e intensas. Por ejemplo, dos sesiones de 30 minutos corriendo y 30 minutos de caminata ligera. Un minuto de actividad intensa da los mismos beneficios que dos minutos de actividad moderada.
Nunca ha estado tan de moda dejar de fumar. Aprovéchalo. Abandonar el tabaco tiene beneficios más allá del impacto positivo que eso produce en los pulmones. También beneficia a tu estado físico y reforzará tu deseo sexual y tu fertilidad.
Si tienes VIH, puedes beber alcohol a no ser que tu médico te diga expresamente lo contrario.
El consumo de alcohol tiene peores efectos en las personas que viven con VIH. Y éstas, por lo general, presentan índices de bebida más altos de lo normal. Por eso, es importante reducir ese consumo a no más de 14 unidades semanales, que es la recomendación general para todo tipo de personas.
Si decides consumir drogas, es muy importante que consultes con tu médico si eso puede afectar a tu salud o interferir con tu tratamiento antirretroviral.
Si tu medicación contra el VIH requiere el uso de ‘boosters’ (potenciadores), consulta a tu médico porque incrementan las concentraciones de algunos tratamientos antirretrovirales, pero también pueden interactuar con otras sustancias como las drogas y provocar efectos no deseados. Además, pueden aumentar desproporcionadamente los efectos de las propias drogas.
Con regularidad aparecen drogas y sustancias nuevas. Con ellas, es más difícil predecir el impacto de posibles interacciones con los tratamientos antirretrovirales.
Usa tu propia jeringuilla o agujas si te inyectas drogas. Y, en cualquier caso, límpialas correctamente o esterilízalas. No compartas agujas, cucharas ni ningún otro objeto: puede ser peligroso para ti o para las personas con las que compartes las sustancias. Existe el riesgo de transmitir VIH o hepatitis B y C.
Referencias y Bibliografía