Una vez que la persona adquiere el VIH, el virus empieza a reproducirse en el cuerpo. Los modernos medicamentos antirretrovirales están diseñados para mantener bajo control la cantidad de virus en el cuerpo, impidiéndole así que se reproduzca o que haga copias de sí mismo. A medida que el virus se multiplica, a veces cambia de forma (muta). Algunas mutaciones del virus aparecen mientras la persona se medica. En estos casos, el virus podría sortear los efectos del medicamento y seguir reproduciéndose. Cuando esto ocurre, decimos que el VIH ha desarrollado resistencia a ese fármaco (farmacorresistencia).
Después de entrar en una célula CD4 (glóbulo blanco que lucha contra las enfermedades), el VIH hace muchas copias nuevas de sí mismo. Estas copias infectan después a otras células CD4. Este proceso ocurre muy rápidamente: el VIH puede fabricar miles de millones de nuevos virus cada día. Para fabricarlos, el VIH debe copiar su información genética. La copia ocurre tan rápido que se cometen errores. Estos errores se llaman mutaciones. Las mutaciones se producen al azar. Algunas son inofensivas. Producen virus débiles que no pueden entrar en otras células CD4. Pero otras pueden causar grandes problemas ya que permiten que el virus se reproduzca incluso cuando se expone a ciertos medicamentos contra el VIH.
La resistencia cruzada se produce cuando ciertas mutaciones causan resistencia no sólo a un medicamento sino a toda una clase de medicamentos. La resistencia cruzada es más probable en algunas clases de medicamentos que en otras.
La mejor manera de saber si se tiene resistencia a los medicamentos es hacerse pruebas de carga viral y de resistencia con regularidad. Si los medicamentos contra el VIH funcionan bien, la carga viral debería ser «indetectable», es decir, tan baja que la prueba no puede detectar ningún virus en la sangre. Si se está en tratamiento contra el VIH y la carga viral no se vuelve indetectable o aumenta después de un tiempo, es posible que el virus haya desarrollado resistencia a los medicamentos. Si esto ocurre, es importante hacerse una prueba de resistencia.
Las diez claves sobre la efectividad de la medicación
La prueba de resistencia a los medicamentos identifica qué medicamentos no son eficaces para combatir el VIH de una persona. Se hace por medio de una muestra de sangre. Los resultados pueden ayudar a determinar qué medicamentos incluir en un régimen contra el VIH.
Una vez que ocurre la resistencia, los medicamentos contra el VIH que antes controlaban el virus ya no surten efecto. En otras palabras, no pueden evitar que el VIH se multiplique. La resistencia puede hacer que falle el tratamiento. Si un medicamento no funciona contra un virus mutado, ese virus se reproducirá rápidamente y es posible que haya que cambiar de medicamento para volver a controlar la carga viral del VIH. El VIH resistente puede transmitirse de una persona a otra (resistencia transmitida). Esto significa que algunas personas que acaban de adquirir el VIH y que nunca han seguido un tratamiento antirretroviral ya tienen un virus resistente y, por tanto, un abanico de tratamientos menor para elegir. Las personas con VIH que ya han recibido tratamiento tienen aún más probabilidades de tener un virus resistente y menos opciones de medicamentos.
Cuando se sigue el tratamiento contra el VIH exactamente de la forma en que se prescribió (cumplimiento terapéutico o adherencia), se reduce el riesgo de resistencia a los mismos. Antes de comenzar el tratamiento contra el VIH, es importante informar al especialista sobre cualquier problema que dificulte el cumplimiento del régimen.