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El riesgo de suicidio es tres veces más alto en personas con VIH

Las personas con el VIH tienen un riesgo tres veces mayor de suicidio que la población general y un riesgo de depresión dos veces mayor. El riesgo se multiplica especialmente en los primeros dos años después de la infección por el VIH.

MAYO 2023

Las personas con el VIH tienen un riesgo tres veces mayor de suicidio que la población general y un riesgo de depresión dos veces mayor. El riesgo se multiplica especialmente en los primeros dos años después de la infección por el VIH. Estas son las principales conclusiones de un estudio danés cuyos resultados se han presentado en abril en el 33 Congreso Europeo sobre Microbiología Clínica y Enfermedades Infecciosas (ECCMID 2023), celebrado en Copenhague (Dinamarca). «Nuestros hallazgos resaltan claramente las graves implicaciones para la salud mental de recibir un diagnóstico de VIH y la importancia de que los médicos busquen síntomas de depresión en esta población de alto riesgo», concluye el estudio dirigido por Cecilie V. Vollmond.

Los datos vienen a confirmar investigaciones anteriores sobre la salud psicológica en personas con VIH como el realizado en 2019 por el Hospital Universitario de La Paz de Madrid, de la mano de Ignacio Pérez Valero, o ‘The risk of mental illness in people living with HIV in the UK: a propensity score-matched cohort study’, dirigido por Tiffany Gooden y publicado en Lancet HIV. En ambos se concluía que quienes viven con el virus tienen una prevalencia del 60-70% de alteraciones del sueño, un 30-40% de trastornos emocionales y alrededor de un 25-35% de trastornos cognitivos.

La principal novedad del estudio danés radica en los resultados relacionados con el suicidio. Otras investigaciones anteriores sobre el suicidio en personas con VIH no presentaban datos concluyentes ni comparativas fiables sobre personas sin VIH. Pero en Dinamarca los investigadores tienen acceso a los historiales médicos de casi todas la población, lo que permite efectuar comparaciones entre las que tienen VIH y las que no, y así ofrecer más evidencia sobre depresión y suicidio en personas con VIH. No obstante, estos registros no incluyen información sobre otros factores que pueden ser relevantes, como clase social, empleo, sexualidad y consumo de sustancias.

El estudio danés realizó un seguimiento de cohortes emparejadas basado en la población a nivel nacional. Incluyó a 5.943 personas diagnosticadas de VIH entre 1995 y 2021. Cada persona con VIH fue emparejada con diez personas de su misma edad y sexo que no habían sido diagnosticadas de VIH. Las conclusiones son significativas: se advierte que el riesgo de suicidio es especialmente elevado en los dos primeros años tras el diagnóstico, con una tasa más de diez veces superior a la de las personas de la población general. Una vez pasado este periodo especialmente vulnerable, las personas con VIH revelan un riesgo de suicidio más de tres veces superior que el de la población general.

Aunque estas cifras pueden dar la impresión de que el suicidio es muy frecuente, el número absoluto de suicidios es en realidad bajo, y así lo subraya el estudio: al cabo de diez años del diagnóstico, el 0,7% de las personas con el VIH se habían suicidado, frente al 0,2% de las personas sin el virus. El aumento del riesgo continúa durante los veinte años de seguimiento.

Sin embargo, la depresión es mucho más frecuente (alrededor de una de cada 25 personas con VIH) que el suicidio (una de cada 140 personas con VIH). En los dos primeros años tras el diagnóstico, las personas con VIH tienen un riesgo de depresión tres veces más alto, aunque este riesgo se reduce a ‘sólo’ el doble en los años siguientes. Al cabo de diez años, el 3,9% de las personas con VIH y el 1,8% de las personas sin el virus habían recibido tratamiento hospitalario por depresión al menos una vez. A lo largo de los veinte años de seguimiento se observaron diferencias tanto en la incidencia de la depresión como en la prescripción de medicamentos antidepresivos.

Para tratar de tener en cuenta los factores ambientales y genéticos que podrían influir en estos riesgos, los investigadores también han recopilado datos sobre hermanos de las personas que tienen el virus. Los datos vuelven a ser concluyentes: se registran tasas más altas de suicidio y depresión en las personas que viven con VIH que en sus hermanos y hermanas, mientras que las tasas son similares entre hermanos de las personas con VIH y hermanos del otro grupo (el de las personas que no tienen el virus). Esto sugiere que los factores familiares no son tan importantes.


Estrategia Mundial

La integración de los servicios de salud mental y apoyo psicosocial con los servicios de VIH constituye una de las acciones prioritarias incluidas en la Estrategia Mundial sobre el Sida 2021-2026 y en la Declaración Política de las Naciones Unidas sobre el VIH y el Sida de 2021: “Acabar con las desigualdades y estar en condiciones de poner fin al sida para 2030”. En ambos documentos se reconoce que no puede acabarse con la epidemia de VIH sin abordar los problemas de salud mental de las personas con esta infección, de las que corren el riesgo de adquirirla o de las afectadas porel virus.

Ignacio Pérez Valero, de la Unidad de Infecciosas del Hospital Reina Sofía de Córdoba, incide en este enfoque holístico en los servicios del VIH, centrados en la persona: “Los pacientes con VIH que tienen problemas de salud mental no tendrían que ir a buscar un psicólogo tras su paso por el internista sino que en los propios equipos de VIH debería estar incorporado el psicólogo como un médico más que interviene en su seguimiento”.

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